Los tatuajes no sólo generan una fuente de trabajo para el tatuador. Aunque parezca raro, existen personas que se ganan la vida exponiendo sus tatuajes. Es así que se generó un nuevo mercado para los adictos a los tatuajes: los frikis extremos.
Cuando decimos frikis nos referimos a personas que llaman la atención por su extravagancia, si bien hoy en día resulta más difícil encontrar gente sin tatuajes, están aquellos que se sienten orgullosos de llevar la piel camuflada bajo tanta tinta.
Los más osados mutan completamente y adaptan sus características físicas para meterse de lleno en el personaje al que quieren representar. Su afán por sobresalir los lleva a invertir en ocasiones cientos de miles de dólares para parecerse a su personaja de ficción o, lo que resulta más extraño, a su animal favorito.
Pero ese dinero se ve como una inversión más que un gasto, ya que la mayoría de ellos recorren el mundo ganando miles de dólares por ostentar su singular apariencia en clubes nocturnos, discotecas o programas de tv.
Si bien existen varios fenómenos que valdría la pena mencionar, entre los más sobresalientes podemos encontrar al Hombre Gato, un simpático hombre que por más que rezó y le pidió a cuanta estrella fugaz vio no consiguió convertirse en un felino.
Es por eso a los 23 años decidió comenzar su propia transformación a través de los tatuajes y los implantes. Al día de hoy se ha realizado tantas cirugías que ha perdido la cuenta y cientos de miles de dólares.
Además de los tatuajes simulando el pelaje de estos animales, se ha colocado silicona en diferentes partes del cuerpo como las mejillas para dar volumen y convertir sus rasgos en los de un felino gigante.
Si bien uno puede no compartir esta filosofía de vida, debemos reconocer que es una obra de arte viviente digna de admiración o, por lo menos, de sorpresa.
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